Por: Jose Antonio Luna Neyra
Hay grupos izquierdistas que soñaron que el gobierno de PPK sería mejor que los gobiernos de Humala, García, Toledo y hasta que un supuesto gobierno de Keiko Fujimori. Creyeron que, a pesar que gobernaría con la misma camisa de fuerza del mismo modelo económico neoliberal y la misma constitución de los últimos 25 años, PPK haría el milagro de convertir al Perú en un país con democracia, sin violencia, sin corrupción, sin narcoestado y con justicia social. Grueso error.
Fue una cuota de estupidez política de sus dirigentes, que abandonando su independencia política sembraron en la población grandes ilusiones en la democracia burguesa y el neoliberalismo y crearon falsas expectativas en un fiel representante de los grandes monopolios transnacionales. Fue un pensamiento pequeño burgués que basado en la teoría del mal menor trataron de justificar su respaldo al más grande lobysta del Perú, PPK, que ahora desde la presidencia quiere vender el país a pedazos, fue el gusto de esos dirigentes por la celebración de convenios y pactos gremiales y políticos, gollerías y prebendas, a cambio de su apoyo a un redomado continuista neoliberal, bajo el pretexto de cerrarle el paso a Keiko Fujimori.
Ahora, PPK, lejos del cumplimiento de sus promesas y del cambio económico, político y moral que el país necesita para salir de la pobreza y el atraso, se encuentra en medio del fango de la corrupción y el gran negociado entre ODEBRECH y las autoridades peruanas de los últimos 25 años, y su alma gemela, el fujimorismo, poco o nada puede hacer para salvarlo de la crisis política y la guillotina constitucional de la vacancia.
Se está acabando la peliculina populista protagonizada por PPK en medio de la fanfarria capitalista y la algarabía cortesana. No han pasado ni 8 meses y el régimen continuista de PPK se hace agua por todos lados, peor aún con la inundación del norte del país que le ha caído como un castigo divino, mientras el fujimorismo se desespera por reemplazarlo, porque sabe que es su mejor momento para regresar al poder, desde la caída de la dictadura fujimontesinista en el 2000.
A todos los peruanos nos corresponde cumplir una misión para sacar al país adelante. Tenemos que evitar que la derecha neoliberal siga gobernando el país a favor de los ricos. La izquierda democrática y patriótica, seguirá luchando por defender los derechos, conseguir las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores y el pueblo y por la conquista de un gobierno que apueste por el cambio. La lucha y la unidad por el cambio es el camino, siempre lo fue, aunque algunos caudillos medioevales, sectarios y cabezas de ánfora, algunas veces lo olvidaron. Recuperemos el tiempo perdido desde la segunda vuelta, cuando estos izquierdistas dividieron y desarmaron el movimiento de oposición al continuismo neoliberal apoyando a PPK en vez de rechazar a los dos candidatos neoliberales y corruptos y organizar y unir a los sectores populares.